El sol de la tarde del Valle del Tena dibujaba la silueta de los Pirineos, justo en el momento en que Dom La Nena se preparaba para salir al escenario de Sallent de Gállego. Hacía ejercicios de voz entre bambalinas mientras el público paseaba por los Mercados del Mundo. A las ocho en punto de la tarde salió al escenario con su violonchelo. Ella sola, sin músicos, con su loop-station (un pedal en el que se van grabando secuencias una después de otra, creando un efecto que parece que estuvieran tocando varios músicos) hicieron las delicias de un público familiar que había ocupado todo el aforo sentados en el suelo.
Sonaban los primeros acordes de ‘Era una vez’ y los asistentes empezaron a balancearse al ritmo suave de la joven y prometedora cantante brasileña. Entre los asistentes había mucho público infantil. En un momento de la actuación, durante la canción ‘Sambinha’, la joven artista hizo un concurso de baile. Al final ganó una niña, que se llevó un disco de premio. Así es Dom La Nena: cercana, dulce y repleta de sensibilidad. Ha vivido en Brasil (su país natal), Francia y Argentina. Y eso está muy presente en su obra. En la canción ‘Buenos Aires’ hizo a todos corear el estribillo. La influencia de su paso por París —donde estudió violonchelo— puede verse en temas como ‘Juste une chanson’. Dom La Nena toca el violonchelo, la guitarra eléctrica, hace ritmos con cajas, crótalos y con cascabeles atados en el tobillo, toca el cavaquiño y el pandeiro…
En definitiva, una auténtica multi-instrumentista. Su música tiene esa mezcla indeterminada entre la esperanza y la melancolía que solo puede interpretarse con una exquisita sensibilidad. Al terminar, regaló dos bises entre los que se encontraba una versión de la famosa canción ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra, un canto humanista y universal. Quizás en esta canción se encuentra la clave emocional de las creaciones de Dom La Nena: “Así yo distingo dicha de quebranto/ Los dos materiales que forman mi canto”.
Deolinda, con su “neo-fado”, ponen en pie a Sallent de Gállego
Cayó la noche y era el turno de los portugueses Deolinda. Batería, contrabajo, dos guitarras y una cantante (Ana Becalhau) con una actidud y unas tablas que impactaron desde el primer momento. Un espectáculo elegante, fino, bohemio, sensible y divertido que terminó en su vertiente más rockera, poniendo de pie al público y en danza con la canción ‘Um contra o outro’. La influencia del fado en sus canciones es notable, pero la música de Deolinda no tiene nada que ver con la tristeza y el fatalismo del género luso por excelencia. Es una música que expresa situaciones cotidianas, magistralmente interpretadas por la banda. También la influencia africana está muy presente en las guitarras y arreglos de varios temas.
Con el público en pie, aplaudiendo y pidiendo más, volvieron a salir e interpretaron dos bises. Pero no era suficiente para los asistentes, que habían quedado hipnotizados con la música y el tremendo directo de los portugueses. Y tuvieron que salir otra vez para regalar otro bis tras los bises: ‘Seja agora’. Estas cosas pasan en el Festival Pirineos Sur, junto a grandes artistas de reconocido prestigio internacional (véase el caso de Calle 13, Noa o Mark Knopfler) podemos descubrir nuevas bandas que, a menudo, nos causan agradables sorpresas. Tal es el caso de Deolinda, una banda con un directo sensacional a la que merece la pena seguir la pista.
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