Entre otros y diversos insultos, así se han calificado esta mañana los diputados catalanes en ese esperpento de debate y votación de una ley de referéndum que todavía se prolonga y del que aún no sé el desenlace aunque adivino cuán grande será el despropósito. Esta palabra tan súmamente gráfica la ha utilizado un líder bastante bien visto, Joan Coscubiela. Este líder de Catalunya sí que es pot hacía la comparación de los que se escudaban en la mayoría parlamentaria para votar y borrar con su rodillo cualquier disposición, norma o reglamento que interfiriera sus intereses con los bucaneros asaltando, con garfios y a cañonazos en este caso, principios tan absolutos como la ley y la democracia.
De todo esto que se ve y que se adivina …¿-Qué quieren que les diga…?.
Recuerdo que en los comienzos de todo este problema me vi indefenso cuando un presidente socialista del gobierno de España, en concreto el señor Rodríguez Zapatero, prometió a los dirigentes de la Generalitat en un mitin en el Palau Sant Jordi que no dudaran, que le enviaran a Madrid el Estatut que quisieran que iba a ser aprobado.
Tiemblo ahora cuando otro líder socialista, Pedro Sánchez, se hace un lío con lo de la nación de naciones por mucho que mañana se reúna con Mariano Rajoy dando sensación de unidad frente al desafío que se plantea hoy en la charlotada del Parlament.
¿Sería temerario sospechar que Pedro Sánchez, al frente de un hipotético gobierno español, actuara de forma similar al entreguista Zapatero?. Ahí está el quid de la cuestión.
Cuando el señor Rajoy ganó las elecciones tras un parto largo y doloroso este observador tan absorto sólo veía claro que el tancredismo de Rajoy unido a su negación al diálogo y a la consecuente judicialización del embrollo podían poner freno al independentismo, a un choque de trenes al que nos veremos abocados el próximo uno de octubre , día del pretendido referéndum. Y creo que la única razón para mi consuelo tras la elección del señor Rajoy está haciéndose cada día más firme , cada día más patente.
Es lo que tienen los piratas; sus únicas leyes se las dictan la botella de ron, el sable y los cañonazos por doquier. Y sinceramente… si un presidente de gobierno recién elegido se sentase a una mesa de negociación con esta cuadrilla de bucaneros deshojándose el cerebro en dudas sobre lo que es España me pongo a temblar preguntándome qué sería de mi querida España , de esta España mía, de esta España nuestra…
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